tatuaje

entrego mi carne a tus navajas
filosa tinta de mi deseo
entrego mi respiración a tu ritmo,
toma la tinta y ponla en mi cuerpo.

dentro de este dolor siento otro
que escapa un poco de las palabras
soy un lienzo nuevo que se tiñe
mi signo existe por mí,
y en ninguna otra parte
si alguna vez me perdiera
mis signos serían la clave.

camino recorrido anteriormente,
familiar en muchas sensaciones:
la indecisión primero
que acaba con la certeza de lo que quiero
la incertidumbre luego,
el miedo instintivo del que soy presa
el preludio del dolor y el dolor mismo
el gozo del dolor que deja huella.


sigue en este sueño, mi mente insiste
no es difícil,
el signo soy yo y él es mi dueño.

deriva

sumergirse
en un límite blando del espejo
buscando tal vez
entradas o salidas

a veces
la paraplejia emocional
absuelve de todo contratiempo
aniquila el miedo, la náusea

suponiendo que hay
ojos dónde posar los ojos
qué más puede estar delante
¿la certidumbre?

mejor irse olvidando de los puertos
y apostarle todo al oleaje.

intento

mírame bien
dando todo de mí
entreteniéndome con el riesgo
cargando todo a mi cuenta

mírame bien
arrendando habitaciones
donde la blancura intente
aclarar mi pensamiento

en medio de las suposiciones
elijo quedarme quieta

podría dejar de ser
pero el reto no es irme
sino permanecer

anclada en una orilla
en un instante
en un nuevo nivel
más allá de tu boca
más allá de tu piel

tríptico

Soy de metal y a veces parpadeo
A veces salto de mi propio puente roto
Tiemblo como algodón de azúcar
Danzando en el umbral del aeroplano.

Soy de un profundo respirar presa
Teñida así de intenso carmesí tirano
De un astuto ajedrecista soy predilecta
Me miro a veces en el espejo humano.

Soy de un claro resplandor bacano
Una ilusión fugaz, un estampado
Un irresistible llamado al caos.
Navego sola, devorando amor y daño.